Más de la mitad de la población tiene la falsa creencia de que los síntomas asociados al reflujo gastroesofágico solo se deben a alimentos concretos o a comidas copiosas. Por tanto no tienen en cuenta otros factores de estilo de vida para prevenirlos. E incluso, un 14% no hace nada por remediarlos.

Así lo concluye la encuesta ‘Mitos sobre la protección esofágica y reflujo’ con el aval de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).

Desde una versión global, para que nuestro cuerpo funcione de manera óptima es necesario que sus sistemas principales estén en armonía, siendo uno de estos el Sistema Visceral.

Cuando un sistema se ve alterado, se genera un desequilibrio porque va afectando a otros sistemas. Muestra y ejemplo podría ser el dolor en la zona entre escápulas con irradiación a hombro y brazo izquierdo en problemas de corazón. O el dolor en hombro derecho como reflejo de enfermedades de vías biliares (Sobrecarga hepática, vesícula…)

La manifestación de un trastorno primario de algún componente de su sistema visceral (que no tiene por que ser grave, ni evidénciable en pruebas de imagen, analíticas..) puede manifestarse en el sistema músculo-esquelético.

Para su diagnostico y tratamiento eficaz será necesario la identificación de sensaciones tras la ingesta de alimentos. Nuestra actuación consiste en relajar el tejido visceral (musculatura lisa) devolviéndole su movilidad fisiológica, mejorar su vascularización e inervación por parte del sistema nervioso autónomo.

Seria interesante y muy importante cuidar nuestra alimentación y el asesoramiento par parte de un profesional del ámbito nutriciónal para identificar y evitar aquellos alimentos irritantes o que no se toleren bien, el manejo del estrés por su efecto sobre el sistema nervioso autónomo (responsable de la puesta en marcha de las vísperas). El ejercicio físico constituye una poderosa herramienta en este sentido.